En las profundidades de la historia se pierde un acontecimiento que podría decirse constituyó "una llamada de atención" al Gobierno constituido.
Hacia el año de 1892, finales de octubre para ser precisos, el apacible pueblo de Tomóchic, en el Estado de Chihuahua fue escenario de una terrible prueba de que el sistema porfirista empezaba a hacer agua. El líder natural de aquélla población mayoritariamente indígena llamado Cruz Chávez, encabezó el enfrentamiento que le costó al gobierno federal perder algo así como seiscientos soldados, sesenta mil cartuchos, más de 100 granadas de mano y 20 botes de metralla.
Dicha acción, derivó en la muerte de 100 hombres, decenas de mujeres y varios niños, habiendo sobrevivido al hecho solamente 43 mujeres y 71 menores.
El origen de este conflicto se remonta a la descarada intromisión del gobierno estatal de Luis Terrazas en la designación de las autoridades locales. El pueblo, acostumbrado a designar a a sus propios dirigentes, levantó la voz y rechazó tal acción.
Como era ya normal, el gobierno de Terrazas acostumbraba solicitar al gobierno central el apoyo cuando creía que sus fuerzas no serían suficientes para aplacar algún movimiento, a lo que respondió Díaz Mori con el envío a esa población de casi mil quinientos soldados y varios cañones.
Es preciso señalar que hubo otra razón de peso que provoco el levantamiento y esa fue la de una intromisión de la Iglesia Católica en asuntos religiosos que solamente competían a los pobladores de Tomóchic.Al parecer, los pobladores de esa comunidad habrían enfocado sus creencias religiosas no tanto en las tradicionales imágenes católicas, sino en personas de carne y hueso como lo fue la llamada Santa de Caborca, Teresa Urrea. Esta veneración trajo consigo el que la comunidad hubiera dejado de lado objetos e imágenes religiosas provocando con ello la indignación de algunos clérigos del catolicismo.
Como suele suceder, las diferencias de tipo religioso se tornaron en diferencias de carácter político generando las dramáticas consecuencias que ahora se comentan.
Cruz Chávez apoyaba las ideas políticas de respeto hacia las decisiones del pueblo, lo que indirectamente lo colocaba como un enemigo real para las causas de el clero católico, eso, no podría ser perdonado y el pueblo entero debía ser castigado.
De esa manera, la alta jerarquía católica insistió ante el mismo Porfirio Díaz Mori, en su demanda de castigo a esa comunidad "del demonio" que podría constituirse como una manzana podrida dentro de la grey católica y por lo mismo, debía ser extirpada a fin de evitar el contagio de las demás comunidades chihuahuenses.
Así, narra la historia (en su momento noticia periodística) que las fuerzas federales rodearon la población de Tomóchic el 28 de octubre de 1892, produciéndose una batalla sangrienta al día siguiente. La casa paterna del mencionado Cruz Chávez era el último bastión que quedaba en pie ante la acometida federal, constituyéndose, además, como cuartel general del insurrecto.
Ante el envío de un emisario por parte del comandante de las fuerzas gubernamentales Cruz Chávez contesto con un rotundo, ¡Primero muertos!, por lo que unos momentos después se escucho la orden de disparar a discreción sobre la casa de Chávez.
El tiroteo fue intenso y durante más de tres horas las fuerzas invasoras perforaron las paredes de adobe y los techos de teja, haciendo blanco en los habitantes de la misma en forma por demás artera y sanguinaria.Al terminar la balacera, solamente el portal de la misma quedaba en pie. Cruz Chávez habría solicitado un cigarrillo después de ser identificado y sometido.
El Capitán a cargo le concedió su última voluntad y aprovechando el momento, Cruz hizo entrega de un envoltorio donde guardaba celosamente las cartas que Teresa Urrutia, la llamada Santa de Caborca le había enviado durante los últimos años. De esas cartas esa fue la última noticia que se tiene ya que posteriormente se pierde en el quehacer burocrático la entrega que pudo haber hecho ese Capitán a sus superiores.
Cuando aún aspiraba su cigarrillo, una ráfaga de ametralladora cegó la vida del levantado contra el gobierno y el clero católico. En "El Correo de Chihuahua" que dirigía un pariente lejano de los Terrazas se hizo días después la reseña de semejante acto de barbarie, lo que conmovió a la comunidad Chihuahuense y tuvo repercusiones a nivel nacional.
Las autoridades jamás pensaron que esto podría constituir una braza que diera forma al levantamiento que años después encabezaría Madero en el norte de México. Una lección que no debe olvidarse jamás y que nos debe hacer reflexionar sobre la situación actual.
Jarr.
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